Bústia: La violencia
La “violencia”, que se condena tan hipócritamente por los políticos: “estamos en contra de las manifestaciones violentas, en contra de la violencia”. Y qué hay que decir de la violencia verbal que utilizan los políticos cada día en sus discursos, las mentiras, las fake news… Luego se lamentan de la violencia que hay en las calles, en las manifestaciones, provocada por ellos con sus discursos. Se necesitan leyes nuevas que controlen y sancionen esta nueva forma de hacer política. Una fake new utilizada por un partido debería comportar una sanción, al igual que un discurso de odio o violento.
Utilizar, como se está utilizando en España, la frase “golpe de estado” es vergonzoso, una falta total de respeto a todas las víctimas de dictaduras reales. Los que anuncian que estamos entrando en una “dictadura”, lo hacen con un micrófono y en total libertad de expresión (como permite una democracia). Además, siguen con un discurso de odio contra esos supuestos dictadores. Es una situación surrealista, además de peligrosísima. Es un insulto para quien padeció la dictadura escuchar que esto lo es. Es inadmisible que decir algo tan grave no conlleve consecuencias para quien lo dice.
Precisamente estas personas y partidos son muy ambiguos a la hora de condenar nuestra pasada dictadura, la que realmente existió, donde sí estaba prohibido opinar, votar, y donde había miedo y miedo da escucharos.
Para cualquier trabajo, el más básico, se piden montones de requisitos, y para ser político ninguno. Pues creo que ha llegado el momento, después de tanta degradación en las formas y en las palabras, que debería ser indispensable que los políticos tengan como mínimo carreras universitarias acabadas, másters de ética y moral y sobre todo que pasen tests psicológicos, como se requiere en tantos otros trabajos. Se necesitan menos asesores y más sentido común, más diplomacia, más educación, más humildad y sobre todo más verdad.
Sois un peligro para la sociedad cuando utilizáis la violencia verbal para manipular e instigar al pueblo y sacarlo a las calles.
Añadido a este problema de falsear y exagerar la situación se añade el montón de debates y tertulias donde siguiendo la misma línea, las opciones personales pasan a un primer plano, y la realidad se pierde en un segundo plano. En estos momentos se necesitan políticos de verdad, no mamporreros, odiadores y personas frustradas que, por no mandar y dirigir, inoculan la semilla del odio, la riegan con discursos exagerados, falsos y repetitivos, y a ver cómo crece. Ellos una vez hecho esto, se desvinculan de acciones violentas.
Una pena.
Esther
Article d’opinió. La REVISTA DE RIPOLLET no es solidaritza necessàriament ni es fa responsable de l’opinió dels col·laboradors