Coñamon: Rita y Chirimbolo
En estas fechas de mayo me acuerdo de un compañero de trabajo al que apodaban Doberman. Le vino el mote porque, cuando no se encontraba algún documento, acudían a su mesa -“Ahora suelto al Doberman”. Por experiencia, él mismo analizaba el recorrido y daba con lo extraviado. Era un cachondo. En el corcho tenía 3 estampas clavadas con chinchetas: eran las imágenes de San Isidro Labrador (15/5), Santa Rita (22/5) y San Judas Tadeo. Santa Rita por ser la abogada de lo imposible; San Judas Tadeo porque es el de los casos difíciles y desesperados, y San Isidro Labrador, santo varón que, mientras oraba, los ángeles celestiales le araban el campo. ¡Menudo chollo!
Doberman, ponía las estampas de Santa Rita y San Judas sobre los pedidos de esos clientes que siempre piden las cosas para… ¡ya! A San Isidro le encomendaba las labores de fin de semana porque los viernes, en los trabajos, es como si se acabara el mundo y no hubiera que volver el lunes, razón por la que Doberman colocaba a San Isidro encima de los pedidos que quedaban pendientes de solucionar a ver si, entre él y los ángeles, le hacían el trabajo. Nunca funcionó el truco.
Sobre Santa Rita, Doberman tiene poco que decir aunque sí cuenta, y es cierto, que no era Rita, era Margarita, pero de pequeña empezaron a abreviarle el nombre y le llamaban Rita. Sonotone que andaba por allí nos contó que un caso similar abreviando nombres es el de la historia de aquel toro que se enamoró de la vaca y saltó la valla para estar con su amor. La vaca le dijo: -“Me llamo Margarita, pero los amigos me dicen Rita”. Y el toro contestó: -“A mí me llaman Chirimbolo pero llámame “Chirim” porque los “bolos” me los he dejado al saltar la valla”. (¡Vaya con la valla!) Sonotone en su línea.
Coñamon
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