Coñamon: El cuesco y Sonotone
Paseando con la vista puesta en la acera, para evitar las cagadas perrunas, me encontré con mi secuaz Sonotone. Iba bajo de moral. Para entablar un diálogo le hablé de las cacas, de las muchas normas que ponen los ayuntamientos; de las demasiadas mierdas de perros por culpa de algunos mierda de dueños/as que no son capaces de “refinarse” porque no quieren o porque no se les obliga con esas normas que los ayuntamientos dictan… para tener normas; saber sí saben.
Sonotone, ausente, mirando las mesas en las puertas de los bares, dijo:-“Cuánta fuerza de voluntad tienen ahora los fumadores, sobre todo en invierno. ¡Mírales ahí encogidos en la calle con su cervecica y su cigarro! ¡Joer! Hay que tener fuerza de voluntad”– repitió. Al ver que ya hablaba le pregunté: –“¿De dónde te viene el mote de Sonotone? Y me contó la historia. Ya de pequeño no oía bien. Sus padres le llevaron al otorrino y éste le mandó un aparatico. Nadie lo supo hasta que todos se enteraron un domingo en misa de 12. Allí sucedió lo que fue el causante de su mote. En el momento de la meditación él se acercó al oído de su madre y le habló muy bajito: – “Mamá, me he tirado un peíto… ¿qué hago ahora?” La madre, roja como un tomate rojo, contestó:-“Ahora no lo remuevas… pero cuando llegues a casa cámbiale la pila al sonotone”. Fue tal el estruendo del cuesco que, al salir, todos los habitantes del pueblo empezaron a llamarle: -“¡Sonotone!”. –“Esa es la historia – me dijo – no inventen otra”.
Para “inventar” están los políticos en campaña. Ya han empezado. ¿Escuchan las necesidades del pueblo o sólo las de su partido y su sillón? Sabemos que “no hay peor sordo que el que no quiere oír”; pero están los que sin querer o saber oír, no abren los ojos para ver. (…Y están pasando cosas, ¿verdad, Sonotone?)