SORTIREM – Capítol 6

‘Sortirem’ és un relat col·lectiu. Fet en temps de confinament per sis autors locals.
Llegeix el segon capítol – Autor: Benja Villegas
Llegeix el tercer capítol – Autora: Tamara Marín
Llegeix el quart capítol – Autor: Miquel Estapé Jorba
Llegeix el cinquè capítol – Autor: Jordi Igualada
A continuació el sisè capítol. És obra de Mireia Hernández, autora de ‘Mi mejor casualidad’ i de ‘Atrapados en el deseo’, llibre que tenia previst presentar ahir dia 24 a la Biblioteca.
SORTIREM – CAPÍTOL 6
Abroché la cremallera de mi sudadera, por fin salía después de varias semanas a correr un poquito. Después de estar confinados en casa y sorprendernos de la paciencia infinita que hemos podido tener todos, necesitaba despejarme. Sacar esa tensión retenida que se me había acumulado durante todos estos días.
Crucé la puerta de entrada del edificio y me sentía diferente, mis pulmones se ensanchaban para recoger el máximo oxígeno posible, no recordaba el efecto que sentía mi piel cuando el sol rozaba mi cara. A continuación, me llegó el olor de pan que desprendía la panadería de Miquel al cruzar la calle. Me distrajo el sonido de un grupo de personas saludándose con los codos y seguidamente su saludo pasó a ser un abrazo, estaban en la frutería. Que tierna imagen daban sus caras de felicidad, al lado había una chica abrazada a una señora mayor.
Me era inevitable no observar cada rincón del barrio, nunca hubiera pensado que me alegraría tanto el sonido de las calles llenas de gente. Había personas reunidas tomando un café en la terraza de la cafetería de enfrente del estanco, gente comprando el periódico y otra sentada en el banco, viendo pasar a las personas.
Encendí mi mp4 para empezar con mi rutina de siempre, al dar la vuelta a la esquina me encontré a una chica corriendo hacía sus familiares, con lágrimas recorriendo su cara. Esa imagen me hizo pensar. Me detuve y volví para casa, llamé a mi marido para que se asomara al balcón, una vez delante del edificio les dije que bajaran que ya correría en otro momento. En menos de dos minutos tenía a mis hijas abrazándome y a mi marido a mi lado. Nos cogimos de la mano y nos fuimos al parque. Durante estos días les explicábamos a mis hijas, cuál era el motivo de estar confinados en casa sin poder salir. Llegamos al parque, que se encontraba lleno de niños con sus padres, mi hija mayor me preguntó preocupada:
—¿Mamá y ahora no habrá ningún problema si juego con ellos?
—Ninguno, puedes jugar con tranquilidad.
Hoy para todos era un nuevo día. Aquel que empezamos a valorar todas aquellas pequeñas cosas que antes no prestábamos atención. Sonó el teléfono. Era mi madre, prácticamente habíamos tenido una videollamada cada día.
—Hola mamá.
—Hola hija, llegó el momento de vernos.
Següent capítol, obra de Samuel Valiente